A mediados del siglo pasado, la bodega jerezana Sánchez Romate Hnos. estableció una delegación en Cárdenas, Cuba, donde se expedían regularmente botas con los mejores vinos y brandies de Jerez con el fin de distribuir los graneles y botellas por toda la zona del Caribe.

Así, en 1948, Juan Jiménez Villalba, capataz de la bodega jerezana, fue enviado a Cuba encargado del cuidado de las barricas de vinos y brandies de la Casa. Allí se percató de que una vez eran liquidados los vinos, las botas podían ser utilizadas por destiladores cubanos, debido a sus inigualables características, para añejar ron local.